Rozen maiden/Suigintou, Shinku, menciones de Megu y Jun/Rating T.

enero 6, 2011

Siempre que las cosas parecen fáciles es porque no oímos todas las instrucciones. 30vicios. Tabla Murphy.

Liebkosung sauer

Suigintou deja las rosas sobre la mesa de Shinku y comienza  a hacer comparaciones entre la casa de Megu y la del chiquillo al que sedujo su hermanita.

Megu había insistido en que le llevara un presente a Shinku. Con su sonrisa anestesiada por los narcóticos, le había señalado con la cabeza el ramo sobre la cama, que envolvió con sus propias manos, seguramente, a pesar de las instrucciones de los médicos, a los que Suigintou había prestado minuciosa atención en su momento. Fueron meses de acechar el hospital por las ventanas,  de hacer que chicas con el grupo de sangre que tenía Megu tropezaran y murieran en institutos para que ella obtuviera pronto un trasplante. Eran las rosas que venía cultivando desde la tibia madrugada en que un taxi las dejara en una casa de familia con pretensiones que no se trasladaban afectivamente entre sus miembros, puesto que nadie estaba allí para recibir a la hija mayor que se suponía muerta para esa misma primavera.

Suigintou aguardaba en su ataúd de madera -caja de reposo- hogar de huérfana, con los dientes apretados y las alas temblando de furia.

Shinku se sonrojó, abrazó el ramo contra su pecho y procedió a dejarle un beso en la mejilla a Sui, que desvió la mirada, ligeramente turbada, como cada vez que su hermana la tocaba. El color de los labios de Shinku asemejaba el de las rosas, las que Suigintou en un principio rechazó, al darse cuenta de que provenían del jardín de Megu, de que ella había ido a cortarlas esa mañana, antes de que despertara, a pesar de la nieve y las recomendaciones de sus médicos.

-Ángel, quiero que te lleves bien con tus hermanas.

Y todavía estaba tan débil al prestarle su fuerza. No es que Suigintou estuviera tentada de desobedecerle a la que en teoría era su sirvienta. Simplemente no conviene tener tan maravilloso trato como para charlar animadamente en una salita con té y galletas con una vieja enemiga. Aunque sea tu hermana y la envidies en secreto.

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